miércoles, 24 de abril de 2013

Avión

-Señor, perdone... Debe apagar el móvil. Señor... Señor...
Abro los ojos de repente, casi asustado por aquella voz de
ángel que me despierta.
Ante mi, una preciosa chica de unos 25 anos.
Llevaba un traje azul oscuro ceñido al cuerpo, una blusa
blanca con unos botoncitos que apenas contenían sus
pechos y unos zapatos negros con tacones altos.
Su pelo negro como el carbón se sujetaba con una pinza en
la parte posterior de su cabeza. Sus ojos eran de un negro
penetrante y sus labios, de sueno.
Las gafitas cuadradas le daban un aire intelectual.
-Perdone...Señor, debe apagar el teléfono durante el
vuelo.
La miro asombrado, preguntándome por que se introdujo
de manera tan abrupta en mi mundo.
Se llama Laura, lo leo en la tarjeta blanca que lleva colgada
en el pecho, donde aparece escrito su nombre.
Es una de las cuatro azafatas con las que tendré que hacer
el viaje de Paris a Praga.
Sin darme cuenta, he caído en un sueno profundo.
La noche anterior no pude dormir, y al sentarme en el
asiento asignado, me he abandonado, y sin quererlo, he
dejado mi móvil encendido.
-Señor... Me dice insistiendo en su advertencia Su
teléfono móvil ha sonado hasta hace un momento. Tiene
que apagarlo, por favor.
Introduzco en seguida la mano en el bolsillo de mí
chaqueta y, todavía un poco dormido, saco el objeto de la
discordia. Con fuerza, empujo la tecla -apagar -.
-Perdóname, le digo con una pequeña sonrisa me quede
dormido.
Ella me miro casi con desprecio y, sin decir una palabra, se
marcho.
!!Pero bueno… Que chica tan simpática!!
Me gustaría tomar la salida de emergencia y saltar con un
paracaídas.
La idea de hacer este viaje con una azafata tan agradable
me entristece.
La gente no es mas tolerante, todos se han convertido en
profesores de la nada.
Deslizo mi mirada fuera de la ventanita desde la que puedo
ver un enorme manto azul cubierto aquí y allá de nubes
blancas.
Parece que no les importa nada lo que ocurre a su
alrededor. Se mueven lentamente transportadas por el
viento, sin la obligación de ir hacia ninguna dirección. No
tienen prioridad, viven en armonía con su naturaleza.
Es como estar en el paraíso.
Es un día hermoso, el sol entra con fuerza dentro del avión
ya a gran altura.
Me emociona pensar en la inmensidad de este cielo y en la
naturaleza que me rodea.
La naturaleza me ha transmitido siempre una sensación de
poder que trasciende cualquier momento de pesimismo, en
el que a veces caigo.
Si un hombre deja de creer que cada día delante de el tiene
un amanecer mas sagrado, un cielo mas sereno, una
puesta del sol mas emocionante de lo que ha vivido hasta
ese momento, vivirá siempre su vida en un estado de
desesperación y soledad interior.
Solo observando la naturaleza se entiende el poder del
amor que reside dentro de cada cosa.
Miro a los pasajeros que se encuentran cerca de mi. A las
parejas abrazadas que se besan o se susurran dulces
palabras para no ser escuchadas, tomados de la mano para
estar mas cerca uno del otro.
Cansado de la noche anterior, cierro los ojos y trato de
dormir un poco.
Ella esta siempre en mis pensamientos, vive dentro de mi,
en cada instante, no puedo dejar de pensarla.
Pienso que amarnos es una ilusión o un sueno que nos
envuelve, pero  a veces imposible.
La otra noche, fue la primera vez que se quedaba a dormir
en mi casa.
Hicimos el amor toda la noche, existimos solo nosotros.
En la noche la buscaba, la abrazaba, la besaba suavemente
en el cuello moviendo su cabello y le acariciaba dulcemente
su piel sedosa.
Aquel olor suyo natural a vainilla, que tenia en la piel, me
trasportaba a otro mundo.
Al día siguiente seria domingo; yo debería tomar el avión a
las 17:00 horas.
Después del café, tomado juntos, nos abrazamos de nuevo,
casi con miedo de perdernos.
Me tumbe en la cama mirando el techo. Ella apoyo la
cabeza en mi pecho.
Con una mano le acariciaba suavemente el pelo, con la otra
le tocaba delicadamente sus pechos.
Todavía me acuerdo de su pregunta.
-¿Por que crees que el amor es una ilusión?
-El amor es tal vez la mas carnal de las ilusiones, digo
ilusión si piensas que amar, como muchos creen, es poseer,
en el sentido material de la palabra.
Si amar fuera poseer, dime como podemos poseer el
cuerpo.
No podemos poseer con la pasión y el deseo el cuerpo del
otro.
No podemos hacer nuestra la materia.
E incluso si así fuera, seria solo una acción momentánea,
ya que es precisamente el cuerpo el que cambia y se
transforma a nuestros ojos al mismo tiempo que es vivido.
Un cuerpo que aun no ha amado es diferente de uno ya
amado.
En el segundo caso, no amamos solo el cuerpo, sino
la sensación que nos vino anteriormente.
Si amas solo carnalmente, la sensación sentida inicialmente
desaparece y, desaparecida esa sensación, desaparece
también el deseo y la pasión del amor.
El cuerpo es una simple obra estética que se trasforma y
termina con el tiempo.
La belleza nunca ha tenido la capacidad de penetrar en el
ser, y puede atar a tu corazón en lo que es transitorio y
que cambia con el tiempo.
Los recuerdos de las sensaciones experimentadas al hacer
el amor siguen vivos en la mente solo si las dos almas se
convierten en cómplices.
Para amar se necesita el alma.
-Pero… ¿Como podemos poseer el alma de otro?
El alma raramente se comunica con la materia, se relaciona
siempre a un nivel mas elevado, donde los gestos y las
palabras no son suficientes.
A veces, la fugaz verdad de nuestras palabras revela el
poco valor de nuestras declaraciones.
Muchas veces, para comunicarse con el alma propia, debes
alejarte de la vida cotidiana, de aquella monotonía que
acomuna a todos.
Pasaras así una frontera invisible donde leyes nuevas y
universales comenzaran a establecerse dentro de ti.
Vivirás tu sentir y percibirás lo que te rodea en un nivel
mas alto que el de la mente, la razón, la materia.
Las leyes que gobiernan el universo comenzaran a ser parte
de tu vida, y la soledad ya no será un obstáculo.
Llevamos una mascara que oculta dentro de nosotros la
verdad de nuestros sentimientos.
Te pongo un ejemplo para convencerte de lo que te digo…
Puedes encontrar a un hombre y decir a todos que lo amas,
actuar como si lo amaras, y llegar a pensar que lo amas de
verdad, pero...
Si tu alma se resiste, y no llega a comunicarse con la suya,
después de un tiempo, todo el castillo de amor que has
creado y construido con la voluntad se cae.
Si la voluntad no sirve para amar, .por que debemos
abandonar nuestras percepciones y nuestro sentir? .Por el
sentido común?
El sentir hace que el alma este despierta, cobre vida, se
interrogue y tenga una relación profunda consigo misma.
Solo si tu alma entra en sintonía con tu cuerpo, podrá
amar; de oto modo, vivirá siempre dentro de ti una lucha
que nunca podrás ganar, ni siquiera reprimiéndote, ni
siquiera regalándote unas mentiras.
El alma no te perdona si la engañas.
El sonido de una campana me despierta y me aleja de mi
sueno.
El piloto del avión anuncia el inicio del aterrizaje.
Aquella –agradable- azafata de antes vuelve de nuevo a
pasar cerca de mi, para controlar los asientos, las mesitas y
para comprobar que los cinturones estén bien abrochados.
Nuestros ojos se encuentran con una leve complicidad.
Esta vez, su mirada es mas dulce, y sus labios me dejan
entrever una sonrisa.
Los indicadores situados sobre los asientos se encienden y
el avión empieza lentamente a descender trasportado por la
corriente del viento y por los motores que pierden vigor.
Trato de mantener mi mirada fuera de la ventana, casi para
robar la ultima sensación al mirar aquel cielo.
Se abren las puertas para sacar las ruedas y el avión se
prepara para tocar el suelo.
El ruido anula todos mis sueños y me trae de vuelta a la
realidad.
Siento que el aparato se desliza en un suelo sólido y
seguro.
Espero el permiso para levantarme y tomar la maleta.
Me pongo en fila como todos los demás y muy lentamente
llego a la salida. Despidiéndome como a todos los otros
pasajeros, veo a Laura que con una actitud profesional da
las gracias con una sonrisa.
Paso cerca de ella y le lanzo una mirada, y ella con un
gesto rapidísimo introduce en el bolsillo de mi chaqueta un
trocito de papel con su numero de teléfono escrito.
Bajo por la escalera de salida y me vuelvo para mirarla:
ella, asomada frente a la puerta del avión, me señala
lentamente haciéndome un gesto para que la llame.
La llamo cerca de las 21.00h. de la noche.
Fuimos a cenar a un pequeño restaurante, romántico y
acogedor, pasamos largas horas hablando de nosotros.
Era dulce, bella, estaba disponible.
También ella, como yo, estaba buscando el amor eterno;
también ella, como yo, salía da una relación; también ella
quería volver a vivir y sentirse amada.
Esa noche hicimos el amor con la esperanza de que
nuestras almas pudieran conectar y trasformar nuestro
encuentro tan casual en la magia de la vida con la que el
amor se nutre.
Y el alma pregunta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario