domingo, 21 de diciembre de 2014

La señorita y la sombra


Sentada en un banco, una joven y bonita señorita lee con atención un libro comprado en un puesto. Mientras lee, subraya las frases que más le impresionan.
El libro habla del amor. Ese sentimiento sublime que… una vez descifrado el lenguaje, permite superar con las dificultades y fatigas de quien consigue vivirlo.
Delante de ella, los niños bajo la vigilancia de sus padres juegan a pillarse el uno con otro.
La joven señorita aunque hermosa, educada, elegante y de buena familia, no es feliz. Esa percepción de soledad que le aflora últimamente, también cuando está acompañada, le transmite un sentimiento de ansiedad. Le asalta esa fastidiosa sensación que le comunica que se ha entregado a los eventos y delante de las inevitables circunstancias de la vida. Se ha dado cuenta que ha sido secuestrada por falsas necesidades y que ha dedicado muy poco de aquel precioso tiempo a sí misma.
Correr sin parar desde por la mañana hasta por la noche para conseguir nuevos objetivos. Viajar sin un momento de pausa. Perseguir las propias ambiciones para poder tener la ilusión de ser alguien. Trabajar rodeada de personas que como ella jadeaban en la búsqueda del prestigio y del poder. Un modo de vivir que sin saberlo la había arrastrado hacia el camino de la infelicidad.
Transformando su vida amorosa en una maraña de estados de ánimo sin un principio ni un fin. Un auténtico desastre. Algunos amores sin importancia. Ningún hombre que le hiciera latir el corazón. Estaba solo rodeada de muchos “amigos” que la cortejaban. Hombres que aspiraban a pasar una noche, o quizá más de una, junto a ella, pero ninguno la tomaba en serio o intentaba vivir algo importante con ella. Por este motivo, había terminado hacía poco una relación con un hombre.
Uno de esos hombres que aspiran más a tener que a ser. Que prefieren esconderse detrás de sus falsos modales, palabras superficiales y banales apariencias. Promesas que nunca mantendrán. Uno de esos hombres que como ella tenía miedo de la soledad.
Y este “amor” se sumó como una desilusión más. Pero la desilusión más grande fue la de tomar consciencia de estar siempre equivocada en los juicios y de haber escuchado demasiado las opiniones de las amigas para formar la suya.
Pero ella tenía un sueño. Ella  buscaba un gran amor. Un amor fácil. Un amor perfecto. El príncipe azul. Y pensaba que el solo hecho de ser bonita y deseada por muchos hombres fuese suficiente y todo le fuese posible.
Pero no era así.
En ningún momento pensó que podía ser ella la causa que imposibilitara que su sueño si realizara. 
En ningún momento se analizó en su interior para buscar sus errores y aceptar sus culpas y las consecuencias que se derivaban.
En ningún momento pensó que con su carácter ligero y superficial había lentamente contribuido a destruir su sueño. La destrucción de aquel sueño al que desde pequeña siempre había aspirado. No, nunca lo pensó.
Ahora era demasiado  tarde. No se puede volver  atrás para empezar otra vez desde aquel momento ya desaparecido en el tiempo. Perdido el mágico instante si no se ha dado cuenta de los regalos que la vida le ha ofrecido, ya nada volverá a ser igual.

Aquel domingo por la mañana, sentada en aquel banco, intenta leer su libro. Sintió de repente un ruido detrás de ella. Como si hubiera alguien escondido tras los arbustos espiándola. Intrigada y con un poco de coraje se levantó y se acercó para ver quién era.

 
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https://elalmapregunta.wordpress.com/2014/12/21/la-senorita-y-la-sombra/

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