miércoles, 9 de noviembre de 2016

Qué significa amar:


La sublimidad del alma no es contagiosa, y los pensamientos elevados y las emociones profundas se encuentran aislados por su propia naturaleza.
Penetraste en mi esfera de vida y robaste un lugar sobre el que no tenías ningún derecho ni ningún mérito.
Lo robaste como un ladrón roba un caramelo a un niño.
Absorbiste así, con tu invasiva y obsesiva presencia, cada uno de mis días, cada uno de mis instantes, cada partícula de mi existencia, y una vez obtenido el amor que tanto deseaba, lo destruiste haciéndolo pedazos. Y tu actitud, esta tuya incomprensible forma de ser, fue para ti un acto absolutamente normal. Pero tú vivías en un momento de la vida donde todo lo que se hace es sembrar para poder después, quizás recoger, o destruir para olvidar. Yo estaba en la edad de la vida donde se recogen los frutos y se recuerda con placer o con dolor lo que se ha vivido.

E si lo que dices, lo que haces, y lo que piensas, ya no forman parte de mi mundo y ya no me interesan; no podrás, por mucho que lo intentes, enterrarlo tan hondo que impida al tiempo de sacarlos a la luz y de recordártelos…de recordarte  esos inolvidables momentos vividos juntos, las emociones sentidas en aquellos instantes, y las palabras que yo te susurraba desde mi corazón cuando te amaba. Cuando tú eras mía y solo mía, cuando moría contigo en un abrazo que creía eterno.
No podrás sustituir esos instantes de intenso amor vividos, donde mi alma, en sintonía con la tuya, amaba tu cuerpo dándote un inmenso placer. Donde los sabores, los olores, el sudor de nuestras pieles se fundían uniendo nuestros corazones en una placentera alegría interior. Donde las emociones que sentíamos quedaban impresas en nuestras almas durante días y días.
No… no podrás sustituir todos aquellos instantes vividos y compartidos conmigo, con alguien que no te pertenece, que no forma parte de ti, que no ha nacido para ti, que tu alma no reconoce como su aliado y que la única cosa que busca es el placer momentáneo del cuerpo, o aun peor, superar su soledad interior.
Nada en la vida está castigado por el destino con mayor severidad que traicionar tu alma gemela. Un acto tan mezquino el tiempo no lo borra, el destino no lo olvida, y la energía del amor no lo perdona.
Pero es demasiado pronto para que tú puedas entenderlo.

Es cuando bebo, que me vuelvo más sensible y los recuerdos acumulados dentro de mí afloran como si los estuviera viviendo de nuevo.
Es cuando bebo, que  recuerdo con nitidez las palabras pronunciadas, los gestos realizados, las actitudes adoptadas por mí o por otra persona cercana a mí.
Los instantes más hermosos y aquellos que quisiera olvidar, pasan ante mis ojos como las escenas de una película ya vista, y la felicidad y la tristeza danzan en sintonía o en contraste con mí ser.

Con la compañía de una sola botella de vino, sentado en un pequeño restaurante frente al mar, me pregunto qué es el amor. ¿Qué significa amar?
Hace mucho tiempo que me planteo esta pregunta y trato, entre un vaso y otro, aclarar mis ideas dándome una respuesta que me convenza.
Si saliera por ahí, vagando por el mundo, preguntando el significado del amor, la mayor parte de la gente me respondería más o menos de la misma manera:
¡El amor es quererse! ¡El amor es deseo! ¡Es pasión! ¡Es confianza! ¡Es fidelidad! ¡Es complicidad! ¡Es empatía!...
Las respuestas serían infinitas, lógicas, conocidas, y aunque verdaderas, siempre más o menos obvias. Sin embargo a medida que pasan los años y las experiencias de vida se van sumando entre sí, contribuyendo al cambio interior de quien presta atención a su alma, he entendido que el amor, cuando choca con la realidad de cada día y con el mundo actual donde vivimos, ese amor en el que creemos, desatiende los sueños, las ilusiones, los deseos, los planes futuros y los proyectos comunes, e inevitablemente se transforma. Se transforma en otra cosa.
Tiene que hacerlo para poder sobrevivir y seguir adelante, de lo contrario, sin lugar a duda, moriría antes de lo previsto.
El amor necesita algo con más fuerza, con más densidad, con más solidez, para poder resistir y sobrevivir; necesita la coherencia, la determinación, pero sobre todo, para poder invertir en aquel amor con el fin de crear con el tiempo una unión indestructible, necesita la voluntad.
Aparentemente, la voluntad no tiene la debida importancia, y parece un concepto inútil y sin sentido cuando se habla de amor, sin embargo es la base sobre la que debemos construir.
Para amar se necesita la voluntad y la determinación de querer seguir adelante, comprometiéndose en ese proyecto de vida. Ser coherente con lo que se dice, se piensa, pero sobre todo, con lo que se hace.
En el amor es la voluntad lo que dirige nuestras acciones.
Ser conscientes de que en cada momento, esa persona a la que decimos amar, debe estar presente dentro de nosotros, dentro de nuestros pensamientos, dentro de nuestra alma, y dirigir, con su presencia, nuestras acciones, para no inducirnos a errores, o a hacer algo que pudiera destruir todo lo que estamos creando.
Saber dónde están nuestros límites y marcar los confines con nosotros mismos y con los demás, para no cruzar este umbral con nuestro ser, y dejar bien definido para no faltar de respecto a la persona amada, su lugar prioritario, significa…significa no crear nunca, jamás, una situación que, si la persona que amamos llegara a conocer, se sentiría decepcionada, sufriría, probaría dolor, y daría una importancia exagerada a ciertas acciones, aunque para nosotros fueran totalmente irrelevantes.
La voluntad en el amor, nos permite filtrar nuestros pensamientos y nos da la capacidad de saber distinguir los correctos de aquellos que podrían crear un caos.
El tipo de comportamiento que adoptamos cuando estamos entre los demás es la respuesta a la calidad y al nivel de amor que sentimos por la otra persona.
No somos el resultado de una casualidad o de una circunstancia, somos el resultado de nuestras acciones, como actuamos es lo que nos define.
Es importante ser coherentes con las propias acciones, porque con el pasar del tiempo, influyen inconscientemente en nuestra forma de pensar y de ser, y como consecuencia, de amar. Por esto, cuando decidamos vivir una relación debemos saber cuáles son nuestros límites.
Si no sabemos pararnos a tiempo, cerrar las puertas de la accesibilidad y renunciar también a algunas cosas, nuestra historia de amor está destinada inevitablemente a terminar.
No se puede tener todo. No se puede hacer todo.
En el vivir un amor es necesario tener una consciencia profunda para poder crecer junto a la persona amada y poder pisar las mismas huellas.
Echar en cara continuamente las pequeñas peleas impide progresar. Agarrarse a las pequeñas guerras diarias desgasta y destruye cualquier amor. Discutir por escaramuzas pasada sin importancia, quita la serenidad, la
 tranquilidad, la armonía, la alegría, y la gana  de estar juntos.
Amar no significa tener un balance de quién hace esto o aquello, de quién hace más, o menos.
Hay momentos en el amor en los que debemos dar más de lo que recibimos, y hay otros momentos en los que necesitamos recibir más de lo que somo capaces de donar.
Amar, significa dejar a un lado el proprio egoísmo y entrar en sintonía con la persona que amamos, no pensar solo a sí mismo para buscar siempre el proprio placer personal, sino dar al otro el lugar que se merece.

No he creído nunca a aquellos que dicen de amar y no quieren perder nada, que no saben renunciar a nada, que no conocen sus propios límites, que se desesperan frente a un error, pero luego no hacen nada para no volver a repetirlo.  A aquellos que necesitan los amigos para sentirse reconfortados, y escapan siempre de una confrontación con ellos mismos, o que hacen una acción malvada y si justifican diciendo que la hicieron por arrebato.

No he creído nunca a quien esconde sus acciones y verdades, detrás de una mezquina y falsa ingenuidad, afirmando, para deshacerse de todas las culpas y como respuesta a su proprio comportamiento, que no imaginaba los que podía suceder.

No he creído nunca a quien perdona, y luego a cada paso, echa en cara lo que había solemnemente jurado perdonar.

No he creído nunca a quien jura demasiado y luego, una vez descubierta la verdad, se contradice con sus palabras.



Sin embargo creo que con esa actitud superficial, contribuyen a una profunda ruptura en la relación, y esto, es debido porque actúan sin pensar en las consecuencias.

La mentira en el amor ha encontrado siempre un terreno fértil y propicio. Se ha convertido en un hábito tan natural y se adhiere tanto a la conciencia de quien lo lleva, que la persona que miente llega a un punto que no puede ser sincera ni siquiera consigo misma. Pierde el dominio de lo que es la realidad y en su inconsciente es empujada a superar aquellos límites construidos con tanto sacrificio, para después ser arrastrada en un terreno árido, baldío, desierto, donde no hay nada, donde todo se ha terminado.
Solo la voluntad de saber quiénes somos y qué queremos, nos permite resistir y no equivocarnos.
Tener voluntad significa ante todo respetarse a sí mismo y dar un alto valor a la propia persona, que no necesita bajo ningún concepto regalarse a nadie. Pero quien no se ama, no se valora y no se aprecia y de consecuencia  no puede tener la fuerza ni la voluntad de amar. Como una bandera, se mueve donde sopla el viento hacia lo que más le conviene.

Yo en el amor...tengo la esperanza de ser paciente, pero de no tolerar nunca a quien me roba la serenidad y a quien insiste en succionar mi energía vital.
Tengo la esperanza de poder siempre perdonar, pero no olvidar lo que se me han dicho o hecho.
Tengo la esperanza de amar mucho e intensamente, pero no ser esclavo de un sentimiento que me lleve al fondo de un abismo.
Tengo la esperanza de realizar al menos un sueño encerrado desde hace mucho tiempo en mi corazón, pero sin convertirlo en una  obsesión.
Tengo la esperanza de eliminar poco a poco los parásitos que rodean mi día a día, pero no dejar nunca de fiarme de una mujer.
Tengo la esperanza de vivir todo aquello que el amor me propone, pero no renunciar nunca a conocer la verdad de aquella propuesta.
Tengo la esperanza de combatir la rutina y el aburrimiento intentando alimentar mi imaginación, pero no despreciar aquello que en la vida me ha dado un valor.
Tengo la esperanza de mirar siempre, cada día, a mi mujer, con los ojos de un niño recién nacido, pero sin olvidar todo lo que he vivido con ella.

Se trata de amor cuando el calor de la persona amada te envuelve, te protege y te hace sentir como en casa.
Se trata de amor cuando sientes en los hombros el peso de una dura jornada y no tienes ganas de hablar con nadie, pero no es necesario, porque quien te ama sabe estar ahí, cerca de ti, y entiende con una mirada o con una caricia, tu estado de ánimo. Y te respeta, y sabe esperar, y no hace nada por invadir tu mundo.
Se trata de amor ver los propios dedos, unidos  en una alianza indestructible, entrelazarse con los de la persona amada, y cogiéndose de la mano, cambiar, arrugarse, hacerse más delgadas, más débiles, pero siempre entrelazadas.
Se trata de amor volver a casa y abandonarse en un abrazo que dará un sentido a todas las acciones realizadas en las horas precedentes.
Se trata de amor sentir dentro el propio corazón, en cada instante del día y de la noche, la constante presencia de la persona amada

Y mientras tanto, con el pasar del tiempo, envejecer juntos, y poder seguir soñando y deseando los proyectos comunes aún sin realizar. Y permanecer todavía más unidos cuando algún deseo se quedó ahí, fluctuante en el aire como una pompa de jabón hasta que explotó, porque las circunstancias no eran favorables. Y reír como dos almas en una sola, mirando hacia atrás y ver el camino de vida recorrido, los obstáculos superados, los momentos difíciles y aquellos inolvidables.
Porque el amor es también esto; un entramado de dos manos cerradas que custodian los sueños comunes hasta que las arrugas sobrevengan, vivirse en cada respiro perdiendo el sentido del tiempo, dejando pasar las horas, los días, los años, y encontrarse aún juntos después de haber superado tantas batallas.
Porque el amor se debe vivir con la verdad y la voluntad sincera de querer amar a esa persona, y defenderlo  delante de quien desearía destruirlo, y no permitir a nadie de hacerlo.
Pero ellos...los demás...no podrán nunca llegar a destruir ese amor si las puertas de la accesibilidad están cerradas.
Y cuando las cerramos, no estamos renunciando a nada, no perdemos nada, creamos solo una energía más fuerte y más verdadera que nos ata a la persona amada con un lazo eterno con la que nos debemos perder en las respiraciones recíprocas, en los abrazos fuertes y tiernos, en los besos apasionados, de los que un día podríamos llegar a añorar.
Lamentar y echar de menos la persona a la que decimos amar.
Y el alma pregunta.

Mi libro «Amor y algo más» ya está disponible en Amazon. Podéis descargarlo y leerlo en el siguiente enlace: 


Espero que os guste y que lo disfrutéis, porque este libro no habría sido posible sin vuestro apoyo constante e  incondicional, sin vuestros comentarios y palabras de ánimo, que, en muchas ocasiones, me han llegado a lo más profundo del corazón, en definitiva, sin vuestro cariño que me ha acompañado tanto en los buenos como en los malos momentos.

Os agradecería que me dejarais una pequeña recomendación en la página de Amazon para que más lectoras puedan descubrir el libro. Y recordad que también podéis leer el libro en vuestro ordenador portátil o de sobremesa, con el Kindle Cloud Reader: 


¡Un abrazo muy fuerte!

Samuele Beni Abram

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Qué significa amar:


La sublimidad del alma no es contagiosa, y los pensamientos elevados y las emociones profundas se encuentran aislados por su propia naturaleza.
Penetraste en mi esfera de vida y robaste un lugar sobre el que no tenías ningún derecho ni ningún mérito.
Lo robaste como un ladrón roba un caramelo a un niño.
Absorbiste así, con tu invasiva y obsesiva presencia, cada uno de mis días, cada uno de mis instantes, cada partícula de mi existencia, y una vez obtenido el amor que tanto deseaba, lo destruiste haciéndolo pedazos. Y tu actitud, esta tuya incomprensible forma de ser, fue para ti un acto absolutamente normal. Pero tú vivías en un momento de la vida donde todo lo que se hace es sembrar para poder después, quizás recoger, o destruir para olvidar. Yo estaba en la edad de la vida donde se recogen los frutos y se recuerda con placer o con dolor lo que se ha vivido.

E si lo que dices, lo que haces, y lo que piensas, ya no forman parte de mi mundo y ya no me interesan; no podrás, por mucho que lo intentes, enterrarlo tan hondo que impida al tiempo de sacarlos a la luz y de recordártelos…de recordarte  esos inolvidables momentos vividos juntos, las emociones sentidas en aquellos instantes, y las palabras que yo te susurraba desde mi corazón cuando te amaba. Cuando tú eras mía y solo mía, cuando moría contigo en un abrazo que creía eterno.
No podrás sustituir esos instantes de intenso amor vividos, donde mi alma, en sintonía con la tuya, amaba tu cuerpo dándote un inmenso placer. Donde los sabores, los olores, el sudor de nuestras pieles se fundían uniendo nuestros corazones en una placentera alegría interior. Donde las emociones que sentíamos quedaban impresas en nuestras almas durante días y días.
No… no podrás sustituir todos aquellos instantes vividos y compartidos conmigo, con alguien que no te pertenece, que no forma parte de ti, que no ha nacido para ti, que tu alma no reconoce como su aliado y que la única cosa que busca es el placer momentáneo del cuerpo, o aun peor, superar su soledad interior.
Nada en la vida está castigado por el destino con mayor severidad que traicionar tu alma gemela. Un acto tan mezquino el tiempo no lo borra, el destino no lo olvida, y la energía del amor no lo perdona.
Pero es demasiado pronto para que tú puedas entenderlo.

Es cuando bebo, que me vuelvo más sensible y los recuerdos acumulados dentro de mí afloran como si los estuviera viviendo de nuevo.
Es cuando bebo, que  recuerdo con nitidez las palabras pronunciadas, los gestos realizados, las actitudes adoptadas por mí o por otra persona cercana a mí.
Los instantes más hermosos y aquellos que quisiera olvidar, pasan ante mis ojos como las escenas de una película ya vista, y la felicidad y la tristeza danzan en sintonía o en contraste con mí ser.

Con la compañía de una sola botella de vino, sentado en un pequeño restaurante frente al mar, me pregunto qué es el amor. ¿Qué significa amar?
Hace mucho tiempo que me planteo esta pregunta y trato, entre un vaso y otro, aclarar mis ideas dándome una respuesta que me convenza.
Si saliera por ahí, vagando por el mundo, preguntando el significado del amor, la mayor parte de la gente me respondería más o menos de la misma manera:
¡El amor es quererse! ¡El amor es deseo! ¡Es pasión! ¡Es confianza! ¡Es fidelidad! ¡Es complicidad! ¡Es empatía!...
Las respuestas serían infinitas, lógicas, conocidas, y aunque verdaderas, siempre más o menos obvias. Sin embargo a medida que pasan los años y las experiencias de vida se van sumando entre sí, contribuyendo al cambio interior de quien presta atención a su alma, he entendido que el amor, cuando choca con la realidad de cada día y con el mundo actual donde vivimos, ese amor en el que creemos, desatiende los sueños, las ilusiones, los deseos, los planes futuros y los proyectos comunes, e inevitablemente se transforma. Se transforma en otra cosa.
Tiene que hacerlo para poder sobrevivir y seguir adelante, de lo contrario, sin lugar a duda, moriría antes de lo previsto.
El amor necesita algo con más fuerza, con más densidad, con más solidez, para poder resistir y sobrevivir; necesita la coherencia, la determinación, pero sobre todo, para poder invertir en aquel amor con el fin de crear con el tiempo una unión indestructible, necesita la voluntad.
Aparentemente, la voluntad no tiene la debida importancia, y parece un concepto inútil y sin sentido cuando se habla de amor, sin embargo es la base sobre la que debemos construir.
Para amar se necesita la voluntad y la determinación de querer seguir adelante, comprometiéndose en ese proyecto de vida. Ser coherente con lo que se dice, se piensa, pero sobre todo, con lo que se hace.
En el amor es la voluntad lo que dirige nuestras acciones.
Ser conscientes de que en cada momento, esa persona a la que decimos amar, debe estar presente dentro de nosotros, dentro de nuestros pensamientos, dentro de nuestra alma, y dirigir, con su presencia, nuestras acciones, para no inducirnos a errores, o a hacer algo que pudiera destruir todo lo que estamos creando.
Saber dónde están nuestros límites y marcar los confines con nosotros mismos y con los demás, para no cruzar este umbral con nuestro ser, y dejar bien definido para no faltar de respecto a la persona amada, su lugar prioritario, significa…significa no crear nunca, jamás, una situación que, si la persona que amamos llegara a conocer, se sentiría decepcionada, sufriría, probaría dolor, y daría una importancia exagerada a ciertas acciones, aunque para nosotros fueran totalmente irrelevantes.
La voluntad en el amor, nos permite filtrar nuestros pensamientos y nos da la capacidad de saber distinguir los correctos de aquellos que podrían crear un caos.
El tipo de comportamiento que adoptamos cuando estamos entre los demás es la respuesta a la calidad y al nivel de amor que sentimos por la otra persona.
No somos el resultado de una casualidad o de una circunstancia, somos el resultado de nuestras acciones, como actuamos es lo que nos define.
Es importante ser coherentes con las propias acciones, porque con el pasar del tiempo, influyen inconscientemente en nuestra forma de pensar y de ser, y como consecuencia, de amar. Por esto, cuando decidamos vivir una relación debemos saber cuáles son nuestros límites.
Si no sabemos pararnos a tiempo, cerrar las puertas de la accesibilidad y renunciar también a algunas cosas, nuestra historia de amor está destinada inevitablemente a terminar.
No se puede tener todo. No se puede hacer todo.
En el vivir un amor es necesario tener una consciencia profunda para poder crecer junto a la persona amada y poder pisar las mismas huellas.
Echar en cara continuamente las pequeñas peleas impide progresar. Agarrarse a las pequeñas guerras diarias desgasta y destruye cualquier amor. Discutir por escaramuzas pasada sin importancia, quita la serenidad, la
 tranquilidad, la armonía, la alegría, y la gana  de estar juntos.
Amar no significa tener un balance de quién hace esto o aquello, de quién hace más, o menos.
Hay momentos en el amor en los que debemos dar más de lo que recibimos, y hay otros momentos en los que necesitamos recibir más de lo que somo capaces de donar.
Amar, significa dejar a un lado el proprio egoísmo y entrar en sintonía con la persona que amamos, no pensar solo a sí mismo para buscar siempre el proprio placer personal, sino dar al otro el lugar que se merece.

No he creído nunca a aquellos que dicen de amar y no quieren perder nada, que no saben renunciar a nada, que no conocen sus propios límites, que se desesperan frente a un error, pero luego no hacen nada para no volver a repetirlo.  A aquellos que necesitan los amigos para sentirse reconfortados, y escapan siempre de una confrontación con ellos mismos, o que hacen una acción malvada y si justifican diciendo que la hicieron por arrebato.

No he creído nunca a quien esconde sus acciones y verdades, detrás de una mezquina y falsa ingenuidad, afirmando, para deshacerse de todas las culpas y como respuesta a su proprio comportamiento, que no imaginaba los que podía suceder.

No he creído nunca a quien perdona, y luego a cada paso, echa en cara lo que había solemnemente jurado perdonar.

No he creído nunca a quien jura demasiado y luego, una vez descubierta la verdad, se contradice con sus palabras.



Sin embargo creo que con esa actitud superficial, contribuyen a una profunda ruptura en la relación, y esto, es debido porque actúan sin pensar en las consecuencias.

La mentira en el amor ha encontrado siempre un terreno fértil y propicio. Se ha convertido en un hábito tan natural y se adhiere tanto a la conciencia de quien lo lleva, que la persona que miente llega a un punto que no puede ser sincera ni siquiera consigo misma. Pierde el dominio de lo que es la realidad y en su inconsciente es empujada a superar aquellos límites construidos con tanto sacrificio, para después ser arrastrada en un terreno árido, baldío, desierto, donde no hay nada, donde todo se ha terminado.
Solo la voluntad de saber quiénes somos y qué queremos, nos permite resistir y no equivocarnos.
Tener voluntad significa ante todo respetarse a sí mismo y dar un alto valor a la propia persona, que no necesita bajo ningún concepto regalarse a nadie. Pero quien no se ama, no se valora y no se aprecia y de consecuencia  no puede tener la fuerza ni la voluntad de amar. Como una bandera, se mueve donde sopla el viento hacia lo que más le conviene.

Yo en el amor...tengo la esperanza de ser paciente, pero de no tolerar nunca a quien me roba la serenidad y a quien insiste en succionar mi energía vital.
Tengo la esperanza de poder siempre perdonar, pero no olvidar lo que se me han dicho o hecho.
Tengo la esperanza de amar mucho e intensamente, pero no ser esclavo de un sentimiento que me lleve al fondo de un abismo.
Tengo la esperanza de realizar al menos un sueño encerrado desde hace mucho tiempo en mi corazón, pero sin convertirlo en una  obsesión.
Tengo la esperanza de eliminar poco a poco los parásitos que rodean mi día a día, pero no dejar nunca de fiarme de una mujer.
Tengo la esperanza de vivir todo aquello que el amor me propone, pero no renunciar nunca a conocer la verdad de aquella propuesta.
Tengo la esperanza de combatir la rutina y el aburrimiento intentando alimentar mi imaginación, pero no despreciar aquello que en la vida me ha dado un valor.
Tengo la esperanza de mirar siempre, cada día, a mi mujer, con los ojos de un niño recién nacido, pero sin olvidar todo lo que he vivido con ella.

Se trata de amor cuando el calor de la persona amada te envuelve, te protege y te hace sentir como en casa.
Se trata de amor cuando sientes en los hombros el peso de una dura jornada y no tienes ganas de hablar con nadie, pero no es necesario, porque quien te ama sabe estar ahí, cerca de ti, y entiende con una mirada o con una caricia, tu estado de ánimo. Y te respeta, y sabe esperar, y no hace nada por invadir tu mundo.
Se trata de amor ver los propios dedos, unidos  en una alianza indestructible, entrelazarse con los de la persona amada, y cogiéndose de la mano, cambiar, arrugarse, hacerse más delgadas, más débiles, pero siempre entrelazadas.
Se trata de amor volver a casa y abandonarse en un abrazo que dará un sentido a todas las acciones realizadas en las horas precedentes.
Se trata de amor sentir dentro el propio corazón, en cada instante del día y de la noche, la constante presencia de la persona amada

Y mientras tanto, con el pasar del tiempo, envejecer juntos, y poder seguir soñando y deseando los proyectos comunes aún sin realizar. Y permanecer todavía más unidos cuando algún deseo se quedó ahí, fluctuante en el aire como una pompa de jabón hasta que explotó, porque las circunstancias no eran favorables. Y reír como dos almas en una sola, mirando hacia atrás y ver el camino de vida recorrido, los obstáculos superados, los momentos difíciles y aquellos inolvidables.
Porque el amor es también esto; un entramado de dos manos cerradas que custodian los sueños comunes hasta que las arrugas sobrevengan, vivirse en cada respiro perdiendo el sentido del tiempo, dejando pasar las horas, los días, los años, y encontrarse aún juntos después de haber superado tantas batallas.
Porque el amor se debe vivir con la verdad y la voluntad sincera de querer amar a esa persona, y defenderlo  delante de quien desearía destruirlo, y no permitir a nadie de hacerlo.
Pero ellos...los demás...no podrán nunca llegar a destruir ese amor si las puertas de la accesibilidad están cerradas.
Y cuando las cerramos, no estamos renunciando a nada, no perdemos nada, creamos solo una energía más fuerte y más verdadera que nos ata a la persona amada con un lazo eterno con la que nos debemos perder en las respiraciones recíprocas, en los abrazos fuertes y tiernos, en los besos apasionados, de los que un día podríamos llegar a añorar.
Lamentar y echar de menos la persona a la que decimos amar.
Y el alma pregunta.

Mi libro «Amor y algo más» ya está disponible en Amazon. Podéis descargarlo y leerlo en el siguiente enlace: 


Espero que os guste y que lo disfrutéis, porque este libro no habría sido posible sin vuestro apoyo constante e  incondicional, sin vuestros comentarios y palabras de ánimo, que, en muchas ocasiones, me han llegado a lo más profundo del corazón, en definitiva, sin vuestro cariño que me ha acompañado tanto en los buenos como en los malos momentos.

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¡Un abrazo muy fuerte!

Samuele Beni Abram

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viernes, 4 de noviembre de 2016

amor y algo mas

Pronto publicaré mi libro (E-book) en Amazon.
Podéis descargarlo y leerlo en cualquier parte del mundo, 32 historias de amor...y algo más. Espero que os guste.
Gracias a todos aquellos que me han permitido hacer de mí sueño una realidad.

Gracias de corazón.

amor y algo mas

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Gracias a todos aquellos que me han permitido hacer de mí sueño una realidad.

Gracias de corazón.