Qué significa amar:
La sublimidad del alma no es contagiosa, y los
pensamientos elevados y las emociones profundas se encuentran aislados por su
propia naturaleza.
Penetraste en mi esfera de vida y robaste un
lugar sobre el que no tenías ningún derecho ni ningún mérito.
Lo robaste como un ladrón roba un caramelo a un
niño.
Absorbiste así, con tu invasiva y obsesiva
presencia, cada uno de mis días, cada uno de mis instantes, cada partícula de
mi existencia, y una vez obtenido el amor que tanto deseaba, lo destruiste
haciéndolo pedazos. Y tu actitud, esta tuya incomprensible forma de ser, fue
para ti un acto absolutamente normal. Pero tú vivías en un momento de la vida
donde todo lo que se hace es sembrar para poder después, quizás recoger, o
destruir para olvidar. Yo estaba en la edad de la vida donde se recogen los
frutos y se recuerda con placer o con dolor lo que se ha vivido.
E si lo que dices, lo
que haces, y lo que piensas, ya no forman parte de mi mundo y ya no me interesan;
no podrás, por mucho que lo intentes, enterrarlo tan hondo que impida al tiempo
de sacarlos a la luz y de recordártelos…de recordarte esos inolvidables momentos vividos juntos, las
emociones sentidas en aquellos instantes, y las palabras que yo te susurraba
desde mi corazón cuando te amaba. Cuando tú eras mía y solo mía, cuando moría
contigo en un abrazo que creía eterno.
No podrás sustituir
esos instantes de intenso amor vividos, donde mi alma, en sintonía con la tuya,
amaba tu cuerpo dándote un inmenso placer. Donde los sabores, los olores, el
sudor de nuestras pieles se fundían uniendo nuestros corazones en una
placentera alegría interior. Donde las emociones que sentíamos quedaban
impresas en nuestras almas durante días y días.
No… no podrás sustituir
todos aquellos instantes vividos y compartidos conmigo, con alguien que no te
pertenece, que no forma parte de ti, que no ha nacido para ti, que tu alma no
reconoce como su aliado y que la única cosa que busca es el placer momentáneo
del cuerpo, o aun peor, superar su soledad interior.
Nada en la vida está
castigado por el destino con mayor severidad que traicionar tu alma gemela. Un
acto tan mezquino el tiempo no lo borra, el destino no lo olvida, y la energía
del amor no lo perdona.
Pero es demasiado
pronto para que tú puedas entenderlo.
Es cuando bebo, que me vuelvo más sensible y los
recuerdos acumulados dentro de mí afloran como si los estuviera viviendo de
nuevo.
Es cuando bebo, que recuerdo con nitidez las palabras
pronunciadas, los gestos realizados, las actitudes adoptadas por mí o por otra
persona cercana a mí.
Los instantes más hermosos y aquellos que
quisiera olvidar, pasan ante mis ojos como las escenas de una película ya
vista, y la felicidad y la tristeza danzan en sintonía o en contraste con mí
ser.
Con la compañía de una sola botella de vino,
sentado en un pequeño restaurante frente al mar, me pregunto qué es el amor. ¿Qué
significa amar?
Hace mucho tiempo que me planteo esta pregunta y
trato, entre un vaso y otro, aclarar mis ideas dándome una respuesta que me
convenza.
Si saliera por ahí, vagando por el mundo,
preguntando el significado del amor, la mayor parte de la gente me respondería
más o menos de la misma manera:
¡El amor es quererse! ¡El amor es deseo! ¡Es
pasión! ¡Es confianza! ¡Es fidelidad! ¡Es complicidad! ¡Es empatía!...
Las respuestas serían infinitas, lógicas,
conocidas, y aunque verdaderas, siempre más o menos obvias. Sin embargo a medida
que pasan los años y las experiencias de vida se van sumando entre sí,
contribuyendo al cambio interior de quien presta atención a su alma, he
entendido que el amor, cuando choca con la realidad de cada día y con el mundo actual
donde vivimos, ese amor en el que creemos, desatiende los sueños, las
ilusiones, los deseos, los planes futuros y los proyectos comunes, e
inevitablemente se transforma. Se transforma en otra cosa.
Tiene que hacerlo para poder sobrevivir y seguir
adelante, de lo contrario, sin lugar a duda, moriría antes de lo previsto.
El amor necesita algo con más fuerza, con más
densidad, con más solidez, para poder resistir y sobrevivir; necesita la
coherencia, la determinación, pero sobre todo, para poder invertir en aquel
amor con el fin de crear con el tiempo una unión indestructible, necesita la
voluntad.
Aparentemente, la voluntad no tiene la debida
importancia, y parece un concepto inútil y sin sentido cuando se habla de amor,
sin embargo es la base sobre la que debemos construir.
Para amar se necesita la voluntad y la
determinación de querer seguir adelante, comprometiéndose en ese proyecto de
vida. Ser coherente con lo que se dice, se piensa, pero sobre todo, con lo que
se hace.
En el amor es la voluntad lo que dirige nuestras
acciones.
Ser conscientes de que en cada momento, esa
persona a la que decimos amar, debe estar presente dentro de nosotros, dentro
de nuestros pensamientos, dentro de nuestra alma, y dirigir, con su presencia,
nuestras acciones, para no inducirnos a errores, o a hacer algo que pudiera
destruir todo lo que estamos creando.
Saber dónde están nuestros límites y marcar los
confines con nosotros mismos y con los demás, para no cruzar este umbral con
nuestro ser, y dejar bien definido para no faltar de respecto a la persona
amada, su lugar prioritario, significa…significa no crear nunca, jamás, una
situación que, si la persona que amamos llegara a conocer, se sentiría
decepcionada, sufriría, probaría dolor, y daría una importancia exagerada a
ciertas acciones, aunque para nosotros fueran totalmente irrelevantes.
La voluntad en el amor, nos permite filtrar
nuestros pensamientos y nos da la capacidad de saber distinguir los correctos
de aquellos que podrían crear un caos.
El tipo de comportamiento que adoptamos cuando
estamos entre los demás es la respuesta a la calidad y al nivel de amor que
sentimos por la otra persona.
No somos el resultado de una casualidad o de una
circunstancia, somos el resultado de nuestras acciones, como actuamos es lo que
nos define.
Es importante ser coherentes con las propias
acciones, porque con el pasar del tiempo, influyen inconscientemente en nuestra
forma de pensar y de ser, y como consecuencia, de amar. Por esto, cuando
decidamos vivir una relación debemos saber cuáles son nuestros límites.
Si no sabemos pararnos a tiempo, cerrar las
puertas de la accesibilidad y renunciar también a algunas cosas, nuestra
historia de amor está destinada inevitablemente a terminar.
No se puede tener todo. No se puede hacer todo.
En el vivir un amor es necesario tener una
consciencia profunda para poder crecer junto a la persona amada y poder pisar
las mismas huellas.
Echar en cara continuamente las pequeñas peleas
impide progresar. Agarrarse a las pequeñas guerras diarias desgasta y destruye
cualquier amor. Discutir por escaramuzas pasada sin importancia, quita la
serenidad, la
tranquilidad,
la armonía, la alegría, y la gana de
estar juntos.
Amar no significa tener un balance de quién hace
esto o aquello, de quién hace más, o menos.
Hay momentos en el amor en los que debemos dar
más de lo que recibimos, y hay otros momentos en los que necesitamos recibir
más de lo que somo capaces de donar.
Amar, significa dejar a un lado el proprio
egoísmo y entrar en sintonía con la persona que amamos, no pensar solo a sí
mismo para buscar siempre el proprio placer personal, sino dar al otro el lugar
que se merece.
No he creído nunca a aquellos que dicen de amar y
no quieren perder nada, que no saben renunciar a nada, que no conocen sus
propios límites, que se desesperan frente a un error, pero luego no hacen nada
para no volver a repetirlo. A aquellos
que necesitan los amigos para sentirse reconfortados, y escapan siempre de una confrontación
con ellos mismos, o que hacen una acción malvada y si justifican diciendo que
la hicieron por arrebato.
No he creído nunca a quien esconde sus acciones y
verdades, detrás de una mezquina y falsa ingenuidad, afirmando, para deshacerse
de todas las culpas y como respuesta a su proprio comportamiento, que no
imaginaba los que podía suceder.
No he creído nunca a quien perdona, y luego a
cada paso, echa en cara lo que había solemnemente jurado perdonar.
No he creído nunca a quien jura demasiado y
luego, una vez descubierta la verdad, se contradice con sus palabras.
Sin embargo creo que con esa actitud superficial,
contribuyen a una profunda ruptura en la relación, y esto, es debido porque
actúan sin pensar en las consecuencias.
La mentira en el amor ha encontrado siempre un
terreno fértil y propicio. Se ha convertido en un hábito tan natural y se
adhiere tanto a la conciencia de quien lo lleva, que la persona que miente
llega a un punto que no puede ser sincera ni siquiera consigo misma. Pierde el
dominio de lo que es la realidad y en su inconsciente es empujada a superar
aquellos límites construidos con tanto sacrificio, para después ser arrastrada
en un terreno árido, baldío, desierto, donde no hay nada, donde todo se ha
terminado.
Solo la voluntad de saber quiénes somos y qué
queremos, nos permite resistir y no equivocarnos.
Tener voluntad significa ante todo respetarse a
sí mismo y dar un alto valor a la propia persona, que no necesita bajo ningún
concepto regalarse a nadie. Pero quien no se ama, no se valora y no se aprecia
y de consecuencia no puede tener la
fuerza ni la voluntad de amar. Como una bandera, se mueve donde sopla el viento
hacia lo que más le conviene.
Yo en el amor...tengo la esperanza de ser
paciente, pero de no tolerar nunca a quien me roba la serenidad y a quien insiste
en succionar mi energía vital.
Tengo la esperanza de poder siempre perdonar,
pero no olvidar lo que se me han dicho o hecho.
Tengo la esperanza de amar mucho e intensamente,
pero no ser esclavo de un sentimiento que me lleve al fondo de un abismo.
Tengo la esperanza de realizar al menos un sueño
encerrado desde hace mucho tiempo en mi corazón, pero sin convertirlo en
una obsesión.
Tengo la esperanza de eliminar poco a poco los
parásitos que rodean mi día a día, pero no dejar nunca de fiarme de una mujer.
Tengo la esperanza de vivir todo aquello que el
amor me propone, pero no renunciar nunca a conocer la verdad de aquella
propuesta.
Tengo la esperanza de combatir la rutina y el
aburrimiento intentando alimentar mi imaginación, pero no despreciar aquello
que en la vida me ha dado un valor.
Tengo la esperanza de mirar siempre, cada día, a
mi mujer, con los ojos de un niño recién nacido, pero sin olvidar todo lo que
he vivido con ella.
Se trata de amor cuando el calor de la persona
amada te envuelve, te protege y te hace sentir como en casa.
Se trata de amor cuando sientes en los hombros el
peso de una dura jornada y no tienes ganas de hablar con nadie, pero no es
necesario, porque quien te ama sabe estar ahí, cerca de ti, y entiende con una
mirada o con una caricia, tu estado de ánimo. Y te respeta, y sabe esperar, y
no hace nada por invadir tu mundo.
Se trata de amor ver los propios dedos,
unidos en una alianza indestructible,
entrelazarse con los de la persona amada, y cogiéndose de la mano, cambiar,
arrugarse, hacerse más delgadas, más débiles, pero siempre entrelazadas.
Se trata de amor volver a casa y abandonarse en
un abrazo que dará un sentido a todas las acciones realizadas en las horas
precedentes.
Se trata de amor sentir dentro el propio corazón,
en cada instante del día y de la noche, la constante presencia de la persona
amada
Y mientras tanto, con el pasar del tiempo,
envejecer juntos, y poder seguir soñando y deseando los proyectos comunes aún sin
realizar. Y permanecer todavía más unidos cuando algún deseo se quedó ahí,
fluctuante en el aire como una pompa de jabón hasta que explotó, porque las
circunstancias no eran favorables. Y reír como dos almas en una sola, mirando
hacia atrás y ver el camino de vida recorrido, los obstáculos superados, los
momentos difíciles y aquellos inolvidables.
Porque el amor es también esto; un entramado de
dos manos cerradas que custodian los sueños comunes hasta que las arrugas
sobrevengan, vivirse en cada respiro perdiendo el sentido del tiempo, dejando
pasar las horas, los días, los años, y encontrarse aún juntos después de haber
superado tantas batallas.
Porque el amor se debe vivir con la verdad y la
voluntad sincera de querer amar a esa persona, y defenderlo delante de quien desearía destruirlo, y no
permitir a nadie de hacerlo.
Pero ellos...los demás...no podrán nunca llegar a
destruir ese amor si las puertas de la accesibilidad están cerradas.
Y cuando las cerramos, no estamos renunciando a
nada, no perdemos nada, creamos solo una energía más fuerte y más verdadera que
nos ata a la persona amada con un lazo eterno con la que nos debemos perder en
las respiraciones recíprocas, en los abrazos fuertes y tiernos, en los besos
apasionados, de los que un día podríamos llegar a añorar.
Lamentar y echar de menos la persona a la que
decimos amar.
Y el alma pregunta.
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Espero que os guste y que lo disfrutéis,
porque este libro no habría sido posible sin vuestro apoyo constante e incondicional, sin vuestros comentarios y
palabras de ánimo, que, en muchas ocasiones, me han llegado a lo más profundo
del corazón, en definitiva, sin vuestro cariño que me ha acompañado tanto en
los buenos como en los malos momentos.
Os agradecería que me dejarais una pequeña
recomendación en la página de Amazon para que más lectoras puedan descubrir el
libro. Y recordad que también podéis leer el libro en vuestro ordenador
portátil o de sobremesa, con el Kindle Cloud Reader:
¡Un abrazo muy fuerte!
Samuele Beni Abram
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