lunes, 16 de septiembre de 2013

EL Y ELLA

Me ocurre a veces que durante el día algo despierta mi alma y me deja pensando en el valor de las cosas y de la vida, pero sobre todo del amor. Hace días, fui a desayunar en un bar cerca de mi casa. Mientras tomaba tranquilamente una taza de café, vi entrar a una amiga con la que no me encontraba desde hace tiempo. Piel bronceada, pelo rizado negro como el carbón, ojos verdes como dos esmeraldas, un cuerpo de modelo. La recordaba como una mujer alegra, simpática, inteligente. Exigente en sus elecciones, especialmente con los hombres. Cuando me vio, se acercó a mí, se sentó en mi mesa, y empezamos a hablar. La hacía ya casada con un amigo mío, con quien salió durante algún tiempo. Un chico serio, y con grandes valores. Recuerdo que buscaba una mujer para construir algo hermoso e importante en el futuro. Exigente en la búsqueda, quería formar una familia. Amaba a los niños, y hubiera querido tener dos con ella. Un chiquillo y una chiquilla. Consideraba impensable que el amor de su vida pudiese ser algo ligero o superficial. Algo sin peso. Estaba convencido que su amor tenía que ser lo más importante, sin lo cual, su vida no hubiera tenido ningún valor A verlos, se notaba que habían nacido para estar juntos. Mi mayor sorpresa fue cuando me dijo, que se habían dejado. Empezó a hablarme de él. Recordaba los momentos que habían pasado juntos. Cuánto lo había amado. El deseo, que aún sentía por el en su interior, era visible y palpable, y ella no hacia nada para ocultarlo. Manifestaba abiertamente que aquel amigo mio, había sido un grande amor por ella. Quizás su amor más grande. Yo, la escuchaba sorprendido y curioso, prestando mucha atención a lo que me decía. Me mostre incrédulo también por el tono triste y melancólico de sus palabras, llenas de nostalgia. Después de haberla dejada hablar un poco, le pregunté por qué se habían dejado. Para darme a mí mismo una explicación más lógica del porqué, le pregunté si alguien había traicionado. - Entre nosotros había demasiado amor para dar lugar a que entrase otra persona -me dijo con énfasis- -¿Y Entonces? -le pregunte sorprendido- ¿Por qué un amor tan grande y visible a los ojos de todos había terminado? ¿Por qué dos almas nacidas para estar juntas para toda la vida en algún momento se dejan? ¿Qué fuerza o motivación más importante del amor que sentíais uno por el otro, lleva una relación a terminar? Conseguí sorprenderme de nuevo. No podía responder a mis preguntas. Pero lo más absurdo, es que no me podía dar una motivación, o una simple razón, del por que ese amor tan grande se había acabado. Después de unos 20 minutos, dando vuelta al mismo tema, se levantó para sentarse en una mesa a pocos metros de la mía, donde la esperaban algunos amigos. La sorpresa de la que ya no fue capaz de recuperarme, fue ver, que en esa mesa, entre los amigos de ella, estaba también un chico. El chico con el que ella salía en aquel momento. A pensar en mi amigo y a ver a ese chico, me invadió la tristeza. Mi amigo, y no por el hecho de que lo fuese, era un chico lleno de vida, alegre, con imaginación, con inventiva. Tenía una insólita creatividad y una admirable energía para hacer frente a las cosas. Amaba a esa mujer con locura y lo demostraba con las palabras que le decía, y con las acciones que hacia por ella. La fantasía que tenía de vivir la vida, lo llevaba a viajar muy a menudo, pero nunca se iba sin ella. Entre los dos había una química y complicidad, que los unía en un amor que parecía eterno. Habían nacidos uno para el otro. Y todo el mundo, incluyéndome yo, apostaba que no se separarían nunca. Una de las parejas más bellas que jamás había visto. El otro… el chico con quien salía en ese momento, no era nada. No tenía nada de lo que había hecho enamorar esta mujer de mi amigo. Ni siquiera un poco de luz en los ojo. Se percibía con sólo mirarlo. Representaba un tranquilo aburrimiento, una falta de expresión, la ausencia de la pasión. Y si en el amor no hay pasión, no es amor, solo otra cosa. Un hombre, sin ninguna ambición de ser algo diferente. Acostumbrados a vivir dentro de una caja. Programado en el modo de amar. La vida para un tipo de hombre así, no era un sumarse de experiencias, pero una acumulación de los hechos con el fin de poder decir de haber vivido. Le faltaba aquella chispa que hacía brillar el alma de una mujer, carecía de aquel tipo de alegría indispensable en una relación y de la capacidad de penetración, que hacia entender a los demás que era un hombre presente en cada circunstancia. Era simple y superficial como parecía. No podía explicarme, ni entender qué le había atraído esta de el a esa mujer de extraordinaria belleza. Me detuve a mirarlos un poco, tratando de observar los detalles de sus actitudes. Ella no estaba enganchada a el, era evidente. En su rostro, había desaparecido la alegría del amor, y quedaba sólo el diseño de la resignación. Demasiados distantes. El se parecía más a un buen amigo. A un compañero de trabajo. Una persona presente a la que se puede confiar, para hablar y confesar las propias ansiedades. Pero todo eso, lejos de hacer vibrar el alma de una mujer. Sentados cerca uno del otro, apretándose a veces las manos y dándose algunos besos de protocolo sin pasión y sin sabor, parecían más dos conocidos que dos personas enamoradas. Estaban juntos y formaban una pareja. Pero eran una de aquellas muchas parejas, para quienes estar juntos representa sólo una etiqueta visible, superficial y fugaz que se desliza a la primera diferencia. Come todo lo que es simple y sin sustancia, en el primer obstáculo, desaparece. A verlos confirmaban mi hipótesis de que es mejor tener miedo de las cosas y luchar por este si vale la pena, que no tener temor de ellos y morir de aburrimiento. Y la vida sin amor es un aburrimiento. Estaban tan cerca que parecían lejísimos. Demasiado lejos. No había química, complicidad en esas miradas. No había nada, sólo la tranquilidad. Esa tranquilidad que con el tiempo se convierte en aburrimiento. Que no es más, que la pérdida de parte del alma de la capacidad de iluminarse, de soñar, de transmitir la pasión del amor. Esa tranquilidad que proviene de la idealización de la persona " amada ", porque se cree de haber llegado al verdadero equilibrio por un hechizo de la fantasía. Pero... el tiempo que juega a favor de la realidad, produce el desencanto y trasforma aquel "amor" en un cariño desprovisto de la pasión, o en la amargura de la desilusión. En el amor, como en casi todos los asuntos humanos, el entendimiento cordial es el resultado de un malentendido. Este malentendido es la tranquilidad. Es muy fácil de confundir el sentir con la compañía, el amor con la amistad, el desear con el aceptar, la conveniencia con la oportunidad. Todo lo que se puede decir del amor…es que en el alma es pasión de prevaler, en la mente es el deseo de vivir, y en el cuerpo es poseedor lo que se amas. Pero para la mayoría de la gente el amor tiene una forma diferente. Se ama lo que necesitamos, lo que nos hace sentir bien , lo que nos hace cómodo, lo que nos conviene, lo que no nos hace pensar , y estamos convencidos de que este sea el amor. No ... No ... No, no es así. El amor es para los valientes, todo lo demás es estar en pareja para pasar tiempo junto. ¿Cuánta voluntad tenia que invertir esa mujer para llevar a cabo ese tipo de relación? Me acordaba de mi amigo. Los recordabas juntos. Ella se reía feliz y llena de alegría. He siempre visto reír a esa mujer cuando estaba con él. Cuando el la llevaba en los brazos para hacerle atravesar un charco de agua después de la lluvia. O gritaba de alegría, cuando el la tomaba por sorpresa por la espalda, y apretándola hacia si, le besaba el cuello. O se enfadaba con pasión, cuando él en un restaurante se levantaba de su silla, y delante de todos, le daba un beso, murmurándole en la oreja...Sei il mio Amore En la calle, a veces le agarraba el culo con las manos y sosteniendolo, se inclinaba para besarlo, descuidándose de los demás. Para él, los demás no existían. Era ella su mundo. La amaba con locura. Y quería compartir su vida junto a ella. Siempre junto me lo decía. Pero tal vez ella no estaba muy “convencida”, y no lo creyó. Lo leí en sus ojos cuando me hablaba. Y huí de él, en busca de algo más simple y fácil. O tal vez eso simple y fácil ya existía. La experiencia de la vida la hará entender que sin la fantasía, la locura, la pasión, la complicidad, el juego, la vida de la pareja se convierte en una relación vieja y oxidada que sólo las telarañas de tiempo le dará el color. Un tiempo que se hará cada vez más pesado, y que hará envejecer el alma. Aquella alma que se sentirá traicionada por no haber sido escuchada. Me he dato cuenta con el paso de la vida, que la felicidad no es encontrar a alguien a toda costa, para hacer un viaje juntos. Ser feliz es tener a alguien que amamos, que nos hace vibrar el alma y latir el corazón. Que tenga la fuerza para luchar con nosotros antes las dificultades de la vida y que no nos abandone en la primera diferencia. A alguien que está dispuesto a dar su vida por nosotros. Como estaba dispuesto a hacer mi amigo para ella. ¿Cómo si puede reducir el amor a un mero hecho de la voluntad? ¿De la tranquilidad? ¿Del momento? ¿Qué fuerza invisible, empuja a una mujer a huir de una relación que ama, y entrar en otra que ni siquiera le da el sabor de la sal? Si lo contrario de la verdad es la mentira, me pregunto... ¿Era verdad? ¿Era todo vero? ¿O simplemente un teatro del momento? ¿Una exigencia del propio egoísmo? ¿O una actitud superficial y sin peso? Sólo el miedo puede hacer cometer este error. La falta de autoestima, un carácter débil, la ausencia de criterio, todo esto contribuye a llevar a una mujer a cometer errores. A buscar la estabilidad de sus sentimientos, creyendo que sea una certeza y una seguridad, en lugar de correr el riesgo de vivir la verdadera esencia de la vida, que se basa únicamente en el sentir. He pensado a lo que no podía saber ni entender. A todos lo que nunca podré saber ni entender. Pero no pude encontrar ninguna respuesta que me satisfacía lo suficiente. He entendido que se llega al final de la vida, a veces, sin ni siquiera mirarse en los ojos. O tal vez, se llega a la final de algo más, de otra cosa. Al final de cada posibilidad de que algo en aquella vida pueda cambiar. Nos viene concedido solo un largo momento de pausa, de soledad, para pensar, para entender cuánto es suficiente para plantearse la fatídica pregunta.... Pero, ¿dónde nos equivocamos? Las personas que no se hacen esta pregunta, siguen adelante por la fuerza de inercia, escondidas detrás de un muro de presunción, y pequeñas mentiras que se dicen, pero sin darse cuenta, regalan su tiempo de vida a una infelicidad futura. Y el alma sigue buscando la verdad, en la otra alma, sin la cual nunca, podrá ser libre y capaz de amar. Y el alma pregunta.

lunes, 2 de septiembre de 2013

¿Donde estas?

Para el hombre primitivo perder su alma era como morir. Sin embargo, para ser poseedor del alma tenía antes que convertirse en hombre. Estoy siempre rodeado por mi mismo. No puedo deshacerme de esa parte de mí que siente la necesidad de aislarse. No puedo reír cuando no hay nada por que reír, o ir a las fiestas de los amigos, para no estar solo. Rechazo este teatro que entristece mi alma. Tal vez mi actitud me provoque algunas dificultades para mantener estrecha relación con los demás, pero necesito esta válvula de escape para renovarme, y no contaminarme. Tengo que mediar, tratando de no caer en conversaciones frágiles, amistades fugaces, amores superficiales o aventuras innecesaria. Ni yo ni ninguno de vosotros logrará deshacerse de su pasado. Que estuvimos obligados a vivir, por placer, por elección, por obligación, o tal vez porque no había otra alternativa. Aquel pasado lo llevamos dentro de nosotros, y todo lo que queremos o lo que hacemos, se debe acomodar en la balanza de la vida junto a la sombra de nuestro pasado. Y aquellas experiencias vividas, si no superada, tienden a restringir las oportunidades presentes, y a limitar las posibilidades de ser felices. De hecho, el peligro más grande al que un hombre debe hacer frente es el poder de su pensamiento, que a veces cambia la realidad y distorsiona los hechos. Sólo aquellos que pueden vivir sin reserva, y con valentía el dar y el rechazar, según lo que exijan las circunstancias, logran superar su pasado. Solo si un hombre no acepta lo que más le convenga, pero sigue buscando lo que realmente quiere por elección, puede transformarse. Pero un hombre que no tiene confianza en sus propias sensaciones, y no se atreve a comprobarla, y prefiere huir, y escuchar a las opiniones de los demás, en lugar de correr el riesgo de seguir lo que siente, se convierte en un esclavo de la sociedad. Este es el estado de los hombres de hoy. Esclavo que cree de ser libre. Viven un estado de infelicidad y de tristeza, en perpetua guerra con el mismo. Pero el problema mayor radica en el hecho de que en la contradicción y en el conflicto interior, el hombre no ve un mal que tiene que superar, pero, un bien colectivo del cual la sociedad está contaminada. Entonces tolerable y asumible, como una consecuencia de las cosas. No quiere elevarse al nivel del individuo. Por el contrario, las características que son comunes, banales, mediocre, diarias, se convierten para el en el aspecto dominante, incluso si no posee el gen de la verdadera armonía. El hombre no es feliz, porque sigue dos actitudes diferentes de vivir, de querer, de pensar y sobretodo de amar. Así que, vive constantemente en contradicción consigo mismo. Una doble personalidad, arraigadas en su ser. Pero el, esta convencido de que vive en una comunidad formada por hombres que piensan como él. Busca, como un producto hecho en serie, su lugar en los estantes comunitarios, para cumplir con sus creencias, formas de ser, de hacer, de vivir, de pensar, de amar. Sólo así, también el podrá conseguir su parte de ilusoria felicidad. Se identifica con el dolor de los demás para olvidar y justificar su actitud, y su dolor. Escucha las opiniones de los amigos, porque se busca a través de los citados dictámenes, a sí mismo, y la confirmación de que lo que hace y piensa es lo correcto. Busca un testigo para convencerlo de que piense como él, y cuando lo encuentra y logra seducirlo, comienza a pensar bien de sí mismo. De este modo, suspende la búsqueda como individuo y acepta el reconocimiento que la sociedad le entrega. La bondad de los débiles es una hipocresía. El perdón de los débiles es una falsa unidad. Estar demasiado en contacto con ellos, arruina el carácter, especialmente si no se tiene ningún carácter. No hay crecimiento en una crítica que viene de personas que no saben escuchar su corazón y no mantienen un diálogo con su propia alma. Hacen alarde de una búsqueda colectiva, de un amor colectivo, de una masificación de los sentimientos, sensaciones, emociones, con el objetivo de llegar a ser una oveja superior a otras ovejas. Quien no sabe estar solos por miedo al tiempo que pasa, no puede sentar las bases de amar, de vivir, de entender, de tolerar, de perdonar de llegar a ser un hombre diferente, por qué no tiene la capacidad y el criterio para ver las diferencias. La soledad de la que el hombre se escapa, es la única forma que tiene a su disposición, para fortalecer y hacer su piel más gruesa y mas dura, a las adversidad, a los problemas, a los obstáculos de la vida, que un día se presentarán a él sin ser invitados Pero si las creencias colectivas, y las opiniones de los demás, pasan por alto a su pensamiento, el hombre está muerto, su vida se estanca y el amor, se convierte en el guión de una obra de teatro. Cuando la capacidad de juzgarse, perdonarse, castigarse, individualmente están pendiente de las opiniones comunes el individuo no tiene ninguna posibilidad de existir. Pero él sabe que sólo si pertenece como un miembro de la compañía, será reconocido igual, de lo contrario quedará aislado. Al estar rodeado por muchos, tiene la ilusión de fuerza y la sensación de pertenecer a algo. Pero, en realidad, es sólo una manifestación de debilidad, lejos de la verdadera fuerza que reside en quien sabe estar solo. La multitud tan perfectamente establecida, nunca ha sido capaz de organizar o lograr cualquier cosa en su conjunto. Solo poseedora de la fuerza bruta para trasformar, porque puede convencer. Si ha conseguido algo, nunca ha sido por el hecho de que tenía razón, o estaba en lo justo, sólo porque era físicamente y numéricamente superior. En la multitud no hay pensamiento, porque no hay multitud reflexiva. Se mueven como ganado, siguiendo el flujo del momento. Dicen que pueden hacer muchas cosas, pero nunca hacen nada. Dicen que saben cómo hacer frente a los problemas, pero siempre se escapan. Dicen que quieren dialogar, pero no abren la boca. Conejos... conejos... conejos. Los grupos colectivos, los políticos corruptos, los amigos de los amigos, cuentan con una gran cuantía de gente que los sigue, para poder cometer fallas, errores de juicio, actos ilegales, barbarie colectiva, y exigir en voz alta el apoyo de las cantidades. Se venden a las instituciones con el fin de obtener favores y privilegios que nunca hubieran logrado con sus capacidades. Y no importa si donde no hay mérito, no hay virtud, para ellos el fin justifica los medios. Sólo un hombre que presta atención a sí mismo y a sus conflictos internos puede ser más que su pasado, y elevar su pensamiento, consciente de su falta de armonía. No es suficiente utilizar la voluntad para recuperarse de este conflicto interno; a veces es necesario tener el coraje de admitirlo y hablar de ello, sin tener miedo de condenar y reconocer los errores cometidos. Saber volver atrás, es la posibilidad más grande que la inteligencia regala. El precio de este profundo análisis es la soledad. El tiempo que el alma necesita para regenerase. Porque si la reflexión es el alimento del pensamiento, la soledad es el alimento del alma. Y el alma pregunta.