sábado, 28 de febrero de 2015

Insatisfechos

Quiero dar las gracias a todos los que han leído el relato precedente (Los políticos), alabando mis palabras con sus comentarios. Aunque este tipo de denuncias no sirve para nada, ya que la clase política está protegida por una coraza con la que rechaza aquello que va contra sus intereses, quedará igualmente un desahogo de haber hecho entender a estos inútiles actores de teatro que hay personas que no se dejan engañar por la idioteces que dicen y no creen una sola palabra de todas esas tonterías.

Aunque infelizmente hay siempre alguien que los apoyas, no puedo quedarme quieto y permanecer indiferente delante de personas que duermen en la calle, que hacen cola para poder comer, que pierden la casa embargada por una entidad bancaria avalada y protegida por un Estado y un poder político cómplice de estas estafas que les permite abusar de su poder de usureros legalizado y de enriquecerse a las espaldas de personas que lo pierden todo.

No puedo combatir contra ellos porque no tengo las armas; mi única arma es la pluma. Lo que yo escribo es lo que pienso, porque es lo que soy, y si no dijera la verdad, engañaría a mí mismo. Y aunque no sea mucho para algunos, es algo…, es mucho para mí. Espero que mis escritos queden grabados en el corazón de quien los lee y quién sabe, también de algún político, aunque dudo de su inteligencia.

 

La vida que hoy vivimos es una continua carrera llena de deberes y las relaciones con los demás son difíciles y a veces retorcidas.

No tenemos nunca un segundo para tomar un respiro y pararnos a pensar en nosotros mismos. Vivimos tan deprisa que nos olvidamos con facilidad de nuestra vida. Nunca un momento en el que no nos sintamos en culpa por algo que tendríamos que haber hecho, pero que por una serie de circunstancias no hemos podido hacerlo.

Viajamos por el mundo con un peso dentro de nosotros que no podemos seguir llevando, y a veces, nos sentimos incluso sofocados y no vemos una razón para continuar adelante. No logramos encontrar más el tiempo que llena nuestros instantes de vida, el silencio, la calma tan necesaria y natural, la tranquilidad de la que necesita nuestra alma para entender, para pensar, para intentar dar un valor justo a lo que hacemos.

Nos levantamos por la mañana para ir al trabajo y tras una rápida ducha y un desayuno aún más rápido, salimos de casa mirando el cielo como si llevásemos encima de nuestras espaldas una mochila y dentro de ella el peso de los fardeles del mundo.

Hay días que solo ver que afuera llueve o hace frío es suficiente para hundirse en una tristeza que transmitimos a todos los que nos rodean, como si fueran responsables o culpables de lo que sucede. Como si nosotros dependiéramos del tiempo atmosférico, una simple banalidad nos condiciona hasta el punto de cambiarnos el humor.  Y esa mimada parte de la sociedad que tiene el poder de hacernos la vida más simple y fácil, como los políticos, está compuesta de individuos mezquinos que representan una categoría cada vez más oprimente y patética.

 

Para seguir leyendo este relato, dale a este link.

 
https://elalmapregunta.wordpress.com/2015/02/28/insatisfechos/

 

y se te gusta, compártelo con tus amigos en Facebook.

Un saludo

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario