lunes, 8 de julio de 2013

Confesion de una mujer

Confesión de una mujer.




A menudo me pregunto qué equipaje de tristeza y por cuánto tiempo debe transportar  dentro de sí una mujer antes de encontrar el valor de vivir.
Todas las mujeres dentro de sí, en lo más profundo de su alma, esconden, a veces, dolorosos secretos que les impiden seguir adelante con alegría en la vida.
Momentos llenos de tristeza que no comparten con nadie, a veces ni tan siquiera consigo misma.
Una vida no vivida porque vivida demasiado mediocremente, o tal vez perdida en la banal y común búsqueda de la estabilidad, de la certeza, de dónde invertir bien sus sentimientos, para no arriesgar, con la ilusión de no sufrir para amar, convirtiendo así el amor en una amistad, e impidiendo al propio corazón latir y a la propia alma brillar.
Muchas mujeres se procuran hombres convenientes, pero  sin embargo carentes de cualquier capacidad de amar con pasión, y de trasmitir ese néctar del que una mujer se nutre. La alegría de vivir.
Pero las mujeres están dispuestas a pagar su error vendiéndose la excusa de ser felices, hasta el día en que su alma se rebela, y las obligas a cambiar…
Tendida en la cama, le quedan unas pocas horas de vida.
Familiares, amigos, parientes reunidos  en torno a ella, esperando el momento fatídico.
El sacerdote se le acerca, toma su mano, y con una voz dulce, como cuando se habla con un moribundo le pregunta:
-Bueno, hija mio, he venido a salvarte, así que  puedes serenamente despedirte de esta vida y encontrar una vida mejor. Dime, entonces, ¿cuales son sus pecados?
-Padre- le responde la mujer -No tengo más fuerzas para hablar, me falta la respiración. He escrito  en un cuaderno todos mis pensamientos. Me gustaría, antes de morir que usted pudiese  leerlos delante de todos como una confesión pública.
El sacerdote un poco sorprendido por la petición, toma el libro que está cerca de ella, encima de la mesita de noche, lo abre, y comienza a leer en voz alta, porque todos los presentes puedan escuchar.

“Estas líneas fueron escritas por mí, una mujer de 85 años que ha sabido de estar cerca de la muerte. Espero que estas palabras os ayuden a entender y queden grabadas en vuestros corazones cuando yo ya no estaré”.

-Si pudiera detener el tiempo y volver a vivir mi vida de nuevo, la próxima vez intentaría cometer más errores, equivocarme siempre, para permanecer noches enteras despierta a pensar.
-No trataría de ser tan perfecta planificando todo, incluso las cosas más pequeñas.
-Seguiría al corazón, y a lo que siento, y dejaría a un lado lo que pienso.
-Me gustaría ser más infantil, y más niña, de lo que he sido en este viaje.
-Me relajaría más frente a la vida y a las personas, dejándome llevar por todo lo que me gusta.
-No tomaría nada demasiado en serio, y trataría de reír, de reír, reír siempre, para  todo.
-Quisiera reír tanto  que la gente llegara a pensar que me he convertido en una loca, y entonces, quisiera ser la más loca de todos.
-Correría más riesgos, haría más viajes, subiría más montañas, nadaría en más ríos, contemplaría más atardeceres, e iría a lugares en los que nunca he estado.
-Haría más caridad, ayudaría más a los demás, y a todos los vagabundos que encontrara por la calle, lo llevaría a mi casa para darles una taza de café y un trozo de pan.
-Comería más helados de chocolate, y todas esas cosas que engordan.
-Tendría más problemas reales y menos imaginarios, y no evitaría nada por temor.
-No me enfadaría nunca,  no llevaría rencor hacia los demás, y siempre estaría dispuesta a perdonar a todos los que me pidieran disculpas.
-Si pudiera detener el tiempo...
-Yo, en la  vida que ahora me deja, fui una de las que vivían de una manera sensata y razonable, buscando certezas. Era una de esas mujeres, que nunca iban a ninguna parte sin una brújula, una bolsa de agua caliente, el impermeable, gafas de sol y la crema para no quemarse.
-Si tuviera que empezar de nuevo desde cero, si tuviera la oportunidad de volver atrás, si pudiera tomar la vida en la mano, me gustaría quemarme tanto que no pudiese  tirarme  en la cama.
-No correría detrás de nada, como siempre lo hice, me gustaría dejar que el destino y el tiempo, hiciesen su trabajo.
-No perdería ni un solo momento de mi vida.
-No iría a la cama temprano para descansar.
-No tendría un trabajo estable pensando en el futuro.
-No analizaría el mundo por miedo a vivir.
-No renunciaría a amar por miedo a sufrir.
-No buscaría un hombre  que me conviniese.
-Viviría de  ilusiones, y no de  cosas concretas, para poder  soñar.
-Trataría de vivir con lo que la vida me ofreciese y haría tesoros de  cada pequeño momento.
-No querría ser como los demás, de hecho, me gustaría  que los demás me condenaran porque no soy como ellos.
-Me gustaría tratar de conocer el miedo para ser valiente.
-Me gustaría tratar de conocer el amor para sufrir y ser feliz.
-Me gustaría tratar de recordar, para que cada instante quedara grabado en mi corazón.
-No buscaría lo que es importante en un hombre, pero buscaría un hombre que me hiciese sentir importante.
-No buscaría un hombre para amar y vivir bien con el, pero buscaría a un hombre, que si el me faltara, yo no sería más capaz de amar y de vivir.
-No amaría a un hombre  por sus similitudes conmigo, lo amaría  por sus diferencias, para entenderlo, para conocerlo, para crecer junto a el, y amarlo cada vez más.
-Escribiría una carta a cada hombre, desde el fondo de mi corazón, y le diría la verdad.
-Seria  más tolerante y meno orgullosa  para poder crecer.
-Con el tiempo he entendido  que en el amor, todo lo que es muy profundo, importante y duradero, no puede ser visible a los ojos de los demás, sólo puede sentirlo  quien  lo experimenta.
-He entendido que en el amor dos almas nacidas para estar juntas no se pueden separar; y cuando esto sucede, utilizando la voluntad y la razón, la felicidad se aleja del alma.
-He entendido que el sufrimiento mas duro de soportar, es la renuncia; que a veces se acerca en la oscuridad y en el silencio de la noche , y la vida ya no tiene sentido.
-Si pudiese volver atrás, quisiera recuperar aquello que un día no tuve el valor de vivir.
-El me amaba, yo lo amaba. Pero nuestro entorno, la familia, los  amigos, la  sociedad, tan  pequeña y mezquina, lista para juzgar todo aquello que no entendía, impidió a mi corazón tener valentía y a mi alma arriesgar. Hubiera sido un amor, un grande amor, el mio único amor.
Tuve miedo y preferí huir de el, en lugar de escuchar su voz que me rogaba que lo amase. Escape…escape entre los brazos de otro hombre, que nunca hizo latir mi corazón, nunca, me sentí deseada como una mujer estando a su lado. Me di cuenta demasiado tarde,  que estar con un hombre, no es suficiente, a menos que no lo ames con pasión, el tiempo que le dedicamos se pierde, y también  la posibilidad de ser felices.
 -Si pudiera detener el tiempo, no impediría nunca más,  a mi alma sentir, y mi corazón  latir antes la ignorancia de lo desconocido, o al miedo a la decepción.
-No haría más una injusticia a la vida, evitando la magia de un encuentro casual, haciendo que mis ojos se cubran de un velo de tristeza, y mi corazón se quede inmóvil frente a una emoción, por no haber tenido el valor de vivir.
-Demasiado tarde me he dato cuenta, de que la vida es todo  lo que podemos recordar, con el placer o con el dolor de la misma manera, y todo aquello que olvidamos no lo hemos vivido nunca.
-Cuando llegamos al final del viaje, no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, la belleza y la fealdad, lo correcto y lo incorrecto, sólo entre lo que hemos tenido el valor de hacer y de vivir, y aquello que hemos tenido miedo y nos hemos alejado escapando.
-No viviría más para protegerme, impidiendo así ver un mundo  diferente del mio, pero viviría lanzándome  con valentía en todo lo que me atrae.
-Amaría, con tanta intensidad que no pudiese dormir, que no pudiese comer, para transformar los momentos de la vida.
-Amaría, de tal manera que cualquier hombre me llevara dentro de  sí mismo como una parte de el.
-No dejaría a ningún hombre que me llamase simplemente "Amor mio "
-Y si amar significa sufrir, me gustaría conocer el  sufrimiento, para amarlo.
-Y si amar significa morir, me gustaría conocer  la muerte para hacer amistad.
-Y si amar significa vivir, entonces, no quisiera más vivir sin amor.
-Me gustaría aprender a pedir perdón, para empezar de nuevo, para dar una oportunidad, para comprender, para no perder un solo instante  de aquel amor que me hizo latir el corazón, y brillar mi alma.
-Vertería más lágrimas, para vivir y no para olvidar.
-Si pudiera detener el tiempo, y volver a empezar desde cero, empezaría a caminar descalzo a principios de la primavera y continuaría hasta el otoño.
-Me gustaría dar un montón de vueltas en el carrusel con los niños y a todos los niños que encontrase en la calle, les daría un beso, y jugaría con ellos dándoles todo el tiempo del que dispongo.
-Contemplaría más atardeceres, y más amaneceres, y estaría noches enteras deambulando por las calles desiertas bajo la lluvia.
-Quisiera sentir más, y si aquel sentir me hiciese  llorar, entonces quisiera llorar; y si me hiciese sufrir, entonces quisiera sufrir, porque me he dato cuenta de que es la única manera de estar viva.
-Me he dado cuenta que en la vida, el riesgo más grande no es el arriesgar, sino  el no hacerlo.
-He entendido que el sufrimiento más grande en la vida, es el de no haber sufrido por algo.
-He entendido que el dolor más duro en la vida, es no haberlo probado nunca.
-He entendido que la felicidad no depende de la infelicidad.
-He entendido que no se debe nunca huir por el miedo, de un hombre que te dice,  "Amore mio" porque detrás de esta palabra, vive un mundo que quiere conectar con el mio, un mundo, a veces profundo y desconocido como un océano.
-Si tuviera tiempo, me gustaría cambiar muchas cosas en mi vida, y quisiera vivir como otra mujer.
-Pero no tengo más tiempo.
-Ni tú ni yo, sabemos lo que hay allá, pero sabemos lo que tenemos aquí.
-Ni tú ni yo sabemos qué encontraremos, pero sabemos lo que perdemos.
-Ni tú ni yo sabemos si
seremos felices, pero sabemos que aquí la felicidad depende de nosotros.
-El presente  es el regalo que Dios nos ha dado, que nos regala en cada momento, y la forma en que lo vivimos es el regalo que le hacemos  a Dios; y así haciendo, nos damos las gracias uno al otro.
El sacerdote cierra el cuaderno, mira la mujer, y con aire sorprendido le pregunta...
-Entonces hija mía, exprésame... ¿cuáles son tus pecados?
La mujer  esboza una sonrisa y con el último suspiro de voz, le responde:
-Padre, mi pecado es lo de no haber entendido a tiempo, lo  que significa vivir, y de no haber tenido el coraje de amar.
Y con esta última frase, cerró los ojos.
Y la pregunta alma.

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